Generalmente creemos que el bienestar, la paz y calma, llegan desde fuera hacia nuestro interior, pero no necesariamente es así.
Los seres humanos contamos con recursos de salud que nos permiten encontrar y recuperar el equilibrio y energía vital que tanto deseamos y al que muchas veces el estrés nos impide acceder.
La clave está en reconocer cuáles son estos recursos y cuál es el camino para llegar a ellos.
En esta publicación comparto contigo una breve guía de práctica personal que te permitirá reencontrar estos recursos de salud a partir de tus propias experiencias y sensaciones corporales, registradas en tu memoria corporal y emocional.
¡Comienza hoy a recuperar tu energía!
LOS RECURSOS DE SALUD
Lo primero es lo primero, esto de los recursos de salud, es un importante concepto y herramienta dentro del trabajo de resolución del trauma del Dr. Peter Levine (desarrollador de Somatic Experiencing®), que aprendí durante mi formación como terapeuta en Biodinámica Craneosacral por allá entre el 2014 y el 2017. En la práctica, es una herramienta muy efectiva que nos ayuda a poder salir de las situaciones de estrés, trabajar con el estrés post-traumático y en los procesos de resolución del trauma; todas condiciones y energías tóxicas que están profundamente atrapadas en nuestro cuerpo y que lo único que hacen es consumir nuestra energía vital y deteriorar nuestra calidad de vida.
¿Qué son los recursos de salud?
Los recursos de salud, representan a "algo" que vincula a la persona con un sentido de sí misma y le ayuda a conservar su integridad interior bajo cualquier circunstancia. Es todo aspecto físico, psico-emocional y espiritual que nos hace sentir sustentados y nutridos, y que nos entrega diferentes matices de bienestar a nuestra manera de ser y estar en el mundo.
Los recursos pueden ser internos, y se refieren por ejemplo: a un lugar en el cuerpo que nos produzca una sensación de bienestar, seguridad o liviandad; un recuerdo que nos hace sentir bien; sentimientos de confianza, paz o calma, entre otros. Y también pueden ser externos, y se refieren a las personas, lugares o cosas que sentimos que nos nutren y hacen bien; por ejemplo: amigos, familia, animales; un lugar en la naturaleza, bosque, mar o montaña; alguna actividad que nos gusta, algún deporte, un juego, meditar, tocar un instrumento, cantar, bailar o algo que nos da alegría de vivir. Un objeto que tiene algún significado, alguna prenda de ropa, una joya, un talismán, un regalo que recibimos, alguna comida que nos gusta, etc.
Los recursos pueden cambiar de persona a persona y de un momento a otro. Un recurso externo siempre se puede relacionar con un recurso interno.
A veces podemos tener tantos problemas que nos resulta difícil conectar con algún recurso interno, probablemente en este caso nos resulte más fácil conectar con un recurso externo primero. Desde un recurso externo siempre podremos relacionar y reemplazarlo por un recurso interno a través de la indagación en las propias sensaciones corporales y preguntándonos qué sentimos cada vez que contactamos con el recurso externo.
LA SENSACIÓN SENTIDA
Otro concepto que complementa al de los recursos, es el de la "sensación sentida" (felt sense); este concepto, fue desarrollado por el filósofo y psicoterapeuta estadounidense Eugene Gendlin (1926 -2017), creador del proceso psicoterapéutico del Focusing y que también está presente en el trabajo del Dr. Levine; es la clave para conectar intuitivamente con una consciencia corporal interna muy sutil, llena de información y sensaciones corporales que, si le prestamos atención, tiene el potencial para ayudarnos en la resolución del problema o situación estresante que estemos viviendo.
Pero, en términos simples ¿qué es la sensación sentida? La sensación sentida, hace referencia a una sensación indefinida de "algo" que solo se siente corporalmente y no se puede expresar en palabras. No es lo mismo que una emoción. Sin embargo, esta sensación corporal está relacionada y es una respuesta no sólo física, sino que también involucra sentimientos, matices emocionales e incluso imágenes mentales frente a situaciones, placenteras o desagradables, que activan recuerdos en la memoria asociada con las diferentes experiencias sensoriales, emocionales y energéticas vividas a través de nuestra manera de ser y estar en el mundo. Por ejemplo, cuando sentimos el nudo en la garganta si experimentamos la tristeza, las mariposas en el estomago cuando estamos en presencia del ser amado o la sensación de ahogo cuando algo nos angustia.
Lo interesante de estas sensaciones corporales, es que nos muestran lo que le pasa al cuerpo con lo que percibimos, o sea, la reacción o efecto en el cuerpo a nuestras experiencias sensoriales, emocionales y energéticas. A lo anterior se suma el significado que le damos a lo que sentimos (nudo en la garganta cuando sentimos tristeza = cuando muere algún ser querido); este proceso de significación, va a tomar cierto tiempo, requerimos de ir aprendiendo y descubriendo poco a poco que, lo que percibimos físicamente, tiene una relación afectiva con un evento o situación que la provoca. Quizá al comienzo parezca confuso, pero va a ir cobrando sentido en la medida que vayas ejercitando y comprendiendo que tus diferentes experiencias de vida tienen un significado y reflejo en tu corporalidad.
Si bien los cinco sentidos (oído, vista, olfato, tacto y gusto) y las emociones (rabia, tristeza, miedo, alegría, entre otras) contribuyen a estimular la sensación sentida, no son claramente ésta, ya que deriva de la conciencia interna de nuestro cuerpo: el registro físico, emocional y las relaciones entre ambos sin transformarse en un pensamiento, siempre manteniendo el lugar en el cuerpo donde la sentimos.
A través de la sensación sentida somos capaces de movernos, de adquirir nueva información, de relacionarnos con los demás y, en muchas casos, definirnos en quiénes y cómo somos. Por ejemplo, puedes describir una situación o a personas a través de una sensación sentida como: incómoda, pesada, fluida, vaga e imprecisa, desconectada, plena, temblorosa, caliente, tambaleante, nerviosa, eléctrica, agarrotada, congestionada, agitada, calmada, enérgica, cálida, etc.
Y, ¿cómo darnos cuenta de la sensación sentida si inclusive ésta puede ir cambiando según nuestro humor, entorno y experiencia? Quizá podamos comenzar por reconocer cómo estamos y nos sentimos; por ejemplo, si alguien te pregunta ¿cómo estás?, puedes responder “no tan bien”, pero... ¿qué significa “no tan bien”?, ¿cómo está nuestro cuerpo cuando nos sentimos “no tan bien”?, podemos sentir dolor de cabeza, el cuerpo pesado, sueño y cansancio, incluso calambres en el estómago; tomar conciencia de ese “no tan bien” es clave para transformar la sensación sentida y acceder a un recurso - interno o externo - de salud.
SENSACIÓN SENTIDA Y RECURSOS DE SALUD
Bueno, pero te podrás preguntar ahora ¿y qué tiene que ver la sensación sentida con los recursos - intermos y externos - de salud?, pues bien, ¡tiene todo que ver!, ya que las emociones, situaciones y personas en tu vida y el cuerpo se relacionan en la memoria sensorial-corporal; entonces, eso quiere decir que tienes acceso a lo rico y no tan rico que has vivido, me explico: al describir que estabas “no tan bien” y qué significaba ese “no tan bien” y el malestar físico asociado con la sensación corporal que se relaciona con ese estado; entonces, puedes realizar el mismo ejercicio para activar la memoria sensorial-corporal de estar “bien”, o sea, de recordar la sensación sentida del cuerpo liviano, la respiración tranquila, una sonrisa en el rostro, etc., evocar la percepción corporal de lo placentero, ya sea provocada por el recuerdo de un evento, persona, situación o cosa. Por ejemplo: cuando abrazo a mi hija, mi cuerpo está relajado, mi sonrisa fluye, siento un calor en mi pecho y mi respiración se vuelve calmada y profunda, hay paz en todo mi sistema. Entonces, en una situación desagradable y estresante, el poder evocar ese abrazo y todas sus sensaciones corporales relacionadas, transforman al recuerdo de mi hija en un poderoso recurso interno de salud.
Para poder distinguir una sensación de una emoción y de un pensamiento, tienes que localizarla siempre en tu cuerpo y experimentarla directamente de una manera física. Cuando encuentres esa sensación, entonces conecta con el lugar donde la sientes, y hasta podrás darte cuenta que tiene tamaño, forma y cualidades como tranquilidad, tibieza o suavidad.
En consecuencia, los recursos - internos y externos - como reservas de salud, son un punto de apoyo que podemos utilizar para ayudar a equilibrar y a autorregular nuestro Sistema Nervioso; podemos volver a ellos en todo momento en que las situaciones nos sobrepasen, sean amenazantes y/o peligrosas sin derrumbarnos. Podemos aprender a rescatar de los recursos la sensación sentida, para así poder acceder a nuestro anclaje interno, poder reconocer algún lugar en el cuerpo donde identifiquemos el recurso y las sensaciones corporales saludables que nos informen de que estamos bien. Los recursos de salud apoyan a la capacidad de adaptación de nuestro Sistema Nervioso.
¿CÓMO PUEDES ACCEDER A TUS RECURSOS DE SALUD?
Ahora, inténtalo tú:
1. Siéntate en un lugar cómodo donde no tengas interrupciones.
2. Tu postura, con la espalda derecha y los pies bien puestos en el suelo, separados al ancho y en línea con tus rodillas, caderas y hombros.
3. Coloca la palma de tus manos sobre tus muslos. Relaja tu cuerpo y tu mente.
La postura corporal es importante, ya que ella nos facilita entrar en un estado de conexión y relajación.
4. Cierra tus ojos y toma contacto con tu respiración, inhala y exhala por la nariz, lenta y profundamente de forma consciente, 3 veces.
5. Y luego, recuerda algo que te agrade mucho física y emocionalmente; tal vez caminar por la playa, sentir la brisa del mar en tu rostro o jugar con tu mascota; cualquiera sea ese momento, lugar, persona o cosa que te haga sentir muy bien.
Contínúa con tu respiración, inhalando y exhalando lenta y profundamente de forma consciente.
6. Cuando tengas esa imagen, vuelve a tu cuerpo y recuerda las sensaciones que sentías en ese momento: relajo, calma, armonía, etc., ve registrando cada sensación y evocándola en todo tu cuerpo, trayéndola al presente como si estuvieras reviviendo ese mismo instante.
¿Cómo te sientes?, ¿hay alguna zona de tu cuerpo en que sea más intensa la sensación?, ¿hay alguna emoción presente?, ¿cómo sientes tu cuerpo?
7. Permanece así, en ese estado de conexión y presente, durante algunos minutos.
8. Luego, ve moviendo lenta y suavemente las distintas partes de tu cuerpo, inhalando profundo por la nariz y exhalando por la boca, 3 veces.
9. Para finalizar, inhala profundo por la naríz, mientras abres lentamente tus ojos. La práctica ha finalizado.
¿Cómo te sientes después de la práctica?, ¿lograste identificar algún recurso - interno o externo - de salud?
Si es así; entonces, podrás conectar con él cada vez que lo necesites, hasta que simplemente, emerja desde tu interior como una herramienta sanadora y transformadora de tu estrés en energía vital y creativa.
Esta misma práctica puedes realizarla como parte de una meditación o en un momento de descanso durante tus actividades diarias.
Es importante recordar que nuestro cuerpo no se va a ninguna parte, siempre está aquí y ahora con nosotros; solo la mente está constantemente viajando en un tiempo psicológico hacia el pasado o el futuro. El contacto con el cuerpo y su respiración es el puente para traernos, todas las veces que sea necesario, al momento presente; y eso en sí mismo, es un tremendo recurso de salud 100% disponible.
Los recursos de salud, emergen de la sensación sentida y el bienestar que ésta produce en nosotros. Es acceder a lo profundo de nuestro Ser habilitando la comunicación con nuestro cuerpo físico y su memoria vivencial, extrayendo aquellas sensaciones corporales saludables, reconfortantes y sanadoras que nos anclan en el presente, sacándonos de las garras del estrés y el trauma.
Acceder a espacios de calma, equilibrio y energía vital es posible, sólo debemos aprender el camino para llegar a ellos.
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